Pensamos la arquitectura como soporte de la actividad humana, como un
elemento de mediación que permite optimizar las condiciones del lugar,
proponiendo desde los diferentes procesos de proyecto una habitabilidad que interaccione
en armonía con los cuatro elementos.
Partiendo de que, gran parte de la habitabilidad ya está implícita en el
lugar, las distintas intervenciones la reconocen y consolidan, entendiendo que
su estado irá evolucionando en función de las distintas condiciones climáticas,
y sobre todo su forma, que cambiará debido al uso diario que de ella hagan las
personas.
En consecuencia, esta actitud se traduce en intervenciones de bajo
presupuesto, que partiendo de una lectura de lo existente lo ponen en valor,
remirando y resiguiendo un proceso que en sí mismo ya es proyecto, y que en
definitiva se limita a reconocer y activar lo esencial de cada lugar.
Igual que entendemos que la arquitectura no se reduce al “edificio”,
consideramos que su ámbito de acción va más allá de la ciudad, extendiéndose
desde su relación directa con la habitabilidad, a todo el Planeta Tierra como
verdadera casa/patrimonio común.
Nos interesa aquella arquitectura que, como elemento
de mediación, deriva de la vivencia y no es producto de una especulación
teórica ni de ninguna estrategia previa, y esto es porque comprendemos que la
arquitectura nace de dentro para ser vivida desde dentro y, en consecuencia, es
emoción y pensamiento.